sábado, 6 de agosto de 2011

Monarquía o República

Monarquía o república. Es una cuestión que la juventud española, menor de treinta y dos años, acabará planteando al Estado en los próximos años de una manera o de otra. Las instituciones, los observatorios sociológicos y los medios informativos lo saben y lo vienen detectando año tras año. La propia institución monárquica se esfuerza en funcionar de una manera más pragmática y apegada a la realidad con el fin de no perder contacto con la realidad ni traicionar la esencia del modelo de la Monarquía parlamentaria.

De su capacidad para ser más transparente y de entender los cambios de mentalidad de los españoles va a depender el grado de aceptación de la monarquía en los próximos tiempos. El movimiento 15-M, que tantos mensajes, deshilvanados o no, nos está dejando, puede que haya empezado a desprecintar también la caja de celofán en la que metimos a la monarquía y sus miembros desde 1977 con el fin de construir la entonces ansiada democracia.

Hoy, tantos años después, somos más y diferentes. Hubo un inevitable cambio generacional. La manera de relacionarnos individualmente con el Estado ha cambiado. Las instituciones surgidas dentro del marco constitucional de 1978 no pueden dejar de adaptarse de manera ordenada y real al paso del tiempo y responder al sentir de las gentes.

Se vienen registrando en los últimos tiempos algunos indicios de que la juventud española ha empezado a tutear a la monarquía, como parte de la democracia real en la que quiere participar. Indicios a los que el propio heredero Felipe de Borbón ha demostrado estar muy atento.

El pasado 31 de mayo, durante su visita a Pamplona, donde acababa de entregar los Premios Príncipe de Viana, Felipe de Borbón mantuvo en la calle una inesperada charla con una joven ciudadana que llamó su atención y le espetó «con todos mis respetos, ¿cuándo usted sea rey tendrá la honestidad suficiente para proponer un referéndum sobre monarquía o república por una cuestión democrática?». La situación creada en plena calle, rodeado de escoltas, autoridades y público, le dio al futuro jefe de Estado una pequeña medida de la complejidad de la tarea que tiene encomendada y de la importancia de saber reaccionar con responsabilidad ante cualquier acontecimiento por nimio que sea.

Manifiesto ante la visita del Papa a la "Jornada Mundial de la Juventud Católica". Madrid, Agosto de 2011



Manifiesto ante la visita del Papa a la "Jornada Mundial de la Juventud Católica". Madrid, Agosto de 2011


A pocos meses de las visitas a Santiago y Barcelona, el Sr. Ratzinger -Benedicto XVI para los católicos-, porfiando en su idea de "reconquistar" un país que ve alejarse de sus propuestas morales y religiosas, vuelve ahora a Madrid.

Desde el punto de vista del laicismo y de la democracia, nada habría que objetar a la reunión de un pastor espiritual con sus seguidores. Es evidente que, a pesar de la ambigüedad calculada de la convocatoria, la "Jornada mundial de la juventud" del próximo mes de agosto en Madrid pretende congregar a miles de jóvenes católicos en torno a las enseñanzas del papa. Un acto que, cualquiera que sea su dimensión, no deja de tener carácter privado, como privadas son las creencias y sus manifestaciones.
Lo que sí es contrario a un Estado democrático que se declara aconfesional es mezclar los asuntos del estado y asuntos religiosos, los intereses generales con los intereses privados, las instituciones que representan a todos los ciudadanos con eventos que sólo conciernen a una parte, en este caso, a quienes comparten unas determinadas convicciones religiosas.
 Por eso, resulta escandaloso que el Gobierno contribuya con 25 millones de euros -es decir, con dinero de los impuestos de todos- a la visita del papa y a la celebración de un acto confesional, a la vez que concede exenciones fiscales a las grandes empresas que han comprometido otros 25 millones. A ello hay que añadir otros muchos más que están dispuestos a aportar tanto Gobierno central como Ayuntamiento y Comunidad de Madrid sufragando otros gastos con la cesión gratuita de numerosos servicios públicos (personal funcionario, visados, transportes, fuerzas de seguridad, utilización de espacios públicos como polideportivos, colegios e institutos, etc.).
Esa desviación de recursos públicos para fines privados tiene especial gravedad en un momento en que tanta generosidad para con la jerarquía católica (que ya recibe por distintas vías en torno a los 10.000 millones de euros anuales) entra en contradicción con las duras restricciones en el gasto público y prestaciones sociales que todos estamos sufriendo bajo pretexto de la crisis económica. Del mismo modo, es inaceptable que en ese acontecimiento de carácter privado se impliquen y participen autoridades y cargos oficiales, que estarían en su derecho de hacerlo a título personal, pero nunca en representación de las funciones públicas que desempeñan en nombre del conjunto de los ciudadanos.
En este caso no vale el subterfugio de que son gastos y honores debidos a un jefe de Estado. El papa Benedicto XVI no viene en representación de los escasos habitantes del Vaticano que, por otra parte, nada tiene que ver ni por su origen ni por su configuración con un verdadero Estado democrático y de derecho. Si viene a reunirse con sus adeptos en función del liderazgo espiritual que ellos en exclusiva le reconocen, en modo alguno procede el trato oficial y de privilegio dispensado por las Administraciones Públicas. Un trato que, evidentemente, no conceden a convocatorias promovidas por ciudadanos de otras creencias o convicciones ideológicas.
Tampoco se le permitiría a ningún jefe de Estado la injerencia, incesantemente repetida por el Papa y la jerarquía católica, en asuntos políticos internos como son las propias leyes que un país se da de forma democrática (educación pública, laica, derecho a la propia sexualidad y control de la reproducción, modelos de matrimonio y familia, derecho a una muerte digna, etc.). Pues no se limitan a dar consejos morales a sus fieles, cosa legítima, sino que pretenden convertir sus particulares visiones de la moral y de la sociedad en normas obligatorias para todos.
Por eso, las personas y organizaciones abajo firmantes, manifestamos nuestro rechazo a la confusión y connivencia de las instituciones públicas con una actividad de eminente carácter privado y confesional.
Llamamos a todos los ciudadanos que, con independencia de sus convicciones personales, reivindican un marco de convivencia en igualdad de derechos, a organizar actos en defensa de la democracia y laicidad del Estado y dirigirse a las distintas Administraciones Públicas para exigirles que obren en consecuencia y dejen de otorgar privilegios propios de épocas pasadas y herencias antidemocráticas.
*NO A LA VISITA DEL PAPA FINANCIADA CON EL DINERO DE TODOS.
*SEPARACIÓN DEL PODER CIVIL Y DEL RELIGIOSO.
*DEFENSA DE LOS DERECHOS DEMOCRÁTICOS, FRENTE A LA INJERENCIA CONFESIONAL.



De mis impuestos, al Papa cero

Entidades y asociaciones adheridas

ABLESGAY-Albacete
Acción Educativa (MRPS de Madrid)
ACSUR - Las Segovias - Madrid
Agrupación Ateneísta Juan Negrín de Madrid
Albacete Laico-Europa Laica
Alicante Laico-Europa Laica
Alternativa Laica de Toledo
AMESDE (Asociación para la Memoria Social y Democrática)
Andalucía Laica-Europa Laica
Área de juventud de Izquierda Unida
Asamblea de Movimientos Sociales del FSM de Madrid
Asamblea de mujeres de Bizkaia
Asamblea Feminista de Madrid
Asociación “No nos resignamos”
Asociación Ateos y Republicanos
Asociación Colectivo Infancia
Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales
Asociación de Descendientes del Exilio español
Asociación de Transexuales de Andalucía (A.T.A.)
Asociación de Redondela polos Dereitos Humáns
Asociación Diversitat LGTBI, de Alicante
Asociación Laica de Rivas-Vaciamadrid
Asociación Laica y Republicana del Condado de Jaén
AMAL (Asociación Madrileña de ateos y librepensadores)
Asturias Laica-Europa Laica
Ateos de Albacete
Ateos en acción
Ateus de Catalunya
Attac Catalunya- Galicia-Aragón
AVALL (Asociación Valenciana de ateos y librepensadores)
Católicas por el derecho a decidir
CAUM (Club de Amigos de la Unesco de Madrid)
Círculo Poético Republicano de Burgos
Ciudad de Mujeres
Ciudadanos por la República de Cuenca
COGAM – (Colectivo LGTB de Madrid)
Col·lectiu Republicà del Baix Llobregat
Colectivo Harimaguada de Canarias
Colectivo Republicano Antonio Machado de Segovia
Colectivo Republicano de Redondela
Colectivo San Blas
Comité Oscar Romero de Madrid
Confederación Intersindical (STES-i)
Córdoba Laica-Andalucía Laica
Cristianos por el socialismo
Cuenca Laica
Cullera Laica
Democracia, Ciudadanía y República (Asturias)
Ecologistas en Acción - Madrid
En Lucha
Escuela laica de Valladolid
Europa Laica
Extremadura Entiende
Extremadura Laica-Europa Laica
FELGTB (Fed Estatal de lesbianas, gays, trans y bisexuales)
Foro Social de Madrid
Fundación María Deraismes
Girasol (Fed. Coordinadora de Asociaciones LGTB del Sur)
Granada Laica-Andalucía Laica
Grupo de Estudios Comp. Euroafricanos y Eurolatinoamericanos
Grupo Fediversa- Asociación LGBTI Algarabía IAC (Intersindical Alternativa de Catalunya) Iglesia de Base de Madrid
Iniciativa Atea
Izquierda Anticapitalista
Izquierda Republicana
Izquierda Unida Federal
Jaén Laico-Andalucía laica
Libre Pensée (Francia)
Logia Mozart del Gran Oriente de Francia
Lliga per la Laïcitat, Catalunya
Madrid Laico-Europa Laica
Málaga Laica-Andalucía Laica
MHUEL-Aragón (Movimiento hacia un estado laico)
Movimiento Laico y Progresista
MUP-Republicanos
Observatorio de la laicidad
Partido comunista de España
Partido Comunista de España (marxista-leninista)
Partido Obrero Socialista Internacional. (POSI)
Plataforma Aranjuez Laica
Plataforma de Ciudadanos por la República
Red
Laica por la Igualdad y la Diversidad
Redes
Cristianas
Sevilla Laica-Andalucía Laica
TRANSEXUALIDAD-EUSKADI
Unidad Cívica por la Republica
Unión
de ateos y librepensadores de España
Unión de Juventudes Comunistas de España
Unión Republicana Federalista-Madrid
USTEC·STEs – Catalunya

18 DE JULIO DE 1936. LA FECHA DE UNA TRAICIÓN



Cuando hace 75 años el general Franco lideró la sublevación militar contra el gobierno legítimo de la República que había jurado defender, además de abocar al país a tres largos años de muerte y destrucción, estableció la dolorosa realidad, aún vigente, de las dos Españas.
Para una España, el 18 de julio de 1936, es la fecha en que se perpetró la mayor traición contra la soberanía de un pueblo que había decidido romper las cadenas de siglos de tiranía y opresión, y libremente, reconducir su destino por el sendero de la igualdad y la justicia social. Aquel fatídico día se consumó una violación contra la legalidad y se llevó a cabo un brutal atentado contra la libertad. El 18 de julio de hace setenta años supuso el comienzo del desmantelamiento del Estado de derecho, de la pérdida de las libertades conquistadas durante la II República y el inicio del mayor acto de genocidio perpetrado por unos españoles contra otros.
Para la otra España, el 18 de julio de 1936, fecha del Glorioso Alzamiento Nacional, representa el punto de partida de la depuración de elementos indeseables que hacían peligrar la integridad de la patria. La gran Cruzada contra el “terror rojo” que amenazaba los privilegios de las oligarquías financieras, aristocráticas, eclesiásticas y militares.
Uno de los argumentos más recurrentes utilizados por quienes padecen una paranoica tendencia a justificar el alzamiento del 18 de julio, consiste en imputar a los dos bandos igual responsabilidad en el inicio del conflicto y apuntar que ambos cometieron las mismas atrocidades, equiparando a quienes se levantaron en armas contra el Gobierno surgido de las urnas con quienes defendieron la legalidad y los valores democráticos.
En la zona republicana, las detenciones y actos violentos que se sucedieron en los momentos iniciales de la sublevación fueron perpetrados por grupos aislados y descontrolados, que en ningún caso actuaron con el apoyo o la connivencia del gobierno de la República. Una vez superado el desconcierto inicial, cuando el ejército republicano comenzó a organizarse y las autoridades gubernamentales fueron recuperaron el control de la situación, cesaron de inmediato los asesinatos e incluso en algunos casos, los autores de las brutalidades cometidas fueron juzgados y condenados por tribunales militares.
Por el contrario, resulta paradójico que los mayores actos de represión, ejecuciones, torturas y violaciones se llevaran a cabo en los lugares donde inicialmente triunfó la sublevación de los rebeldes. En pueblos y ciudades donde no fue necesario un solo tiro para someter a la población bajo el yugo fascista, se emprendió una feroz cacería contra los simpatizantes de la República, cargos públicos del Frente Popular, militantes de izquierdas y todo sospechoso de no comulgar con los postulados de la España Nacional.

 Las matanzas, los paseos y las vejaciones y humillaciones públicas contra los rojos y sus familias, llevados a cabo por los propios militares, pistoleros falangistas y personas de bien de la localidad, pronto se tornaron en dramas cotidianos que sembraron el terror y tiñeron de sangre cada rincón ocupado por los salvadores de la patria. En aquellos dramáticos momentos, ni los más pesimistas podían siquiera imaginar que tanto sufrimiento y tanta muerte inútil, no era más que un siniestro anticipo lo que estaba por llegar.
Mención aparte merecen los representantes del clero, que en lugar de posicionarse al lado de los perseguidos y sus familias, tal como cabría esperar de una institución cuya doctrina se asienta en la caridad cristiana y la empatía con el sufrimiento ajeno, tomaron partida por los verdugos convirtiéndose en cómplices, cuando no en precursores, de la sañuda crueldad de los sicarios fascistas. Clérigos y sacerdotes, abrazaron entusiastas la causa de la Santa Cruzada, y a lo largo de los años encubrieron, ampararon y silenciaron las atrocidades de un régimen que se afianzaba bajo el palio protector de las autoridades eclesiásticas.
Resulta difícil encontrar archivos o documentos donde se recojan declaraciones de oficiales del Ejército Popular alentando al asesinato indiscriminado o al ensañamiento con el enemigo. No ocurre lo mismo en el bando franquista, donde son numerosos los testimonios escritos o radiados (los mismo militares alardeaban sin tapujos de las heroicas gestas), animando a sus tropas e incluso a la población civil a asesinar, violar y torturar. Para muestra, reproduzco algunos extractos de declaraciones efectuadas por los más destacados oficiales del Ejército Nacional, que dan nombre a las calles y plazas de nuestra geografía.
“Es necesario crear una atmósfera de terror, hay que dejar sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todo el que no piense como nosotros. Tenemos que causar una gran impresión, todo aquel que sea abierta o secretamente defensor del Frente Popular debe ser fusilado”. Declaraciones del general Emilio Mola al comienzo de la sublevación.
“Tenemos que matar; matar y matar. Son como animales (…) Al fin y al cabo, ratas y piojos son los portadores de la peste. Nuestro programa para regenerar España consiste en exterminar un tercio de la población masculina. Con eso se limpiaría el país y nos desharíamos del proletariado. Además también es conveniente desde el punto de vista económico. No volverá a haber desempleo en España”. Entrevista del capitán franquista Gonzalo Aguilera, concedida al periodista John Whitaker.
"Naturalmente que los hemos fusilado ¿Pensaban que me llevaría conmigo a 4.000 rojos mientras mi columna avanzaba luchando contrarreloj? ¿Debía dejarlos en libertad a mis espaldas permitiéndoles que hicieran nuevamente de Badajoz una ciudad roja?" Declaraciones del general Yagüe a un corresponsal estadounidense tras la matanza de la plaza de toros de Badajoz
“Nuestros valientes legionarios y Regulares han enseñado a los cobardes de los rojos lo que significa ser hombre. Y, de paso, también a las mujeres. Después de todo, estas comunistas y anarquistas se lo merecen, ¿no han estado jugando al amor libre? Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricas. No se van a librar por mucho que forcejeen y pataleen”
"¿Qué haré? pues imponer un durísimo castigo para callar a esos idiotas congéneres de Azaña. Por ello faculto a todos los ciudadanos a que, cuando se tropiecen a uno de esos sujetos, lo callen de un tiro. O me lo traigan a mí, que yo se lo pegaré".
"Ya conocerán mi sistema: Por cada uno de orden que caiga, yo mataré a diez extremistas por lo menos, y a los dirigentes que huyan, no crean que se librarán con ello: les sacaré de debajo de la tierra si hace falta, y si están muertos los volveré a matar". Algunas de las arengas radiofónicas proclamadas desde Radio Sevilla por el general Queipo de Llano.
"Estoy dispuesto a exterminar, si fuera necesario, a toda esa media España que no me es afecta." Declaraciones de Franco al corresponsal Jay Allen.
Mientras que el Ejercito Popular republicano concentró sus esfuerzos bélicos en intentar ganar una guerra que ni habían promovido ni originado, con el objetivo de derrotar al fascismo y restablecer la legalidad constitucional de la República, los rebeldes sublevados, además de combatir para conseguir la derrota incondicional del enemigo, se entregaron con notable ardor guerrero a la noble tarea de aniquilar cualquier vestigio que pudiera suponer un foco de disidencia contra el futuro régimen.
 Un verdadero holocausto iniciado en aquel verano de 1936 que no terminó con la victoria de Franco. El plan de exterminio emprendido por los nacionales durante la guerra desembocó en una cruenta venganza que se prolongó durante cuarenta años de terror franquista, bajo el auspicio de un régimen que nació y murió matando y que fomentó hasta el final la división de los españoles entre vencedores y vencidos.
En memoria de todos los españoles que se mantuvieron al lado de la legalidad republicana, y aún cuando el 18 de julio sea una fecha que provoque nuestra más categórica repulsa, es un compromiso moral y una cuestión de justicia histórica recordar aquella fatídica jornada. Debemos hacerlo para que nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos puedan juzgar libremente quienes fueron las victimas y quienes los verdugos; que bando defendía la legalidad y cual luchó por derrocarla; quienes defendían la democracia y quienes la combatían.
 Es necesario evocar nuestra historia porque no es de justicia olvidar quienes fueron los españoles que entregaron sus vidas por defender la causa de la libertad y quienes les persiguieron, encarcelaron y asesinaron por ello. Las generaciones que ignoran lo que significa sobrevivir bajo la opresión de un régimen totalitario, que han tenido la fortuna de nacer y vivir en democracia, deberían tener presente que los principios y valores que hoy compartimos y asumimos con naturalidad como incuestionables, son la herencia de aquellos vencidos, que en un ejemplo de entrega, dignidad y espíritu de lucha, sembraron la semilla ideológica que hoy sustenta nuestro sistema de libertades.
Aunque las secuelas de la historia sigan causando dolor, el pasado no puede ser enterrado por los intereses de unos y el miedo de otros. Hay que recordar por aquellos que ya no pueden hacerlo; por las esperanzas truncadas, por las almas desterradas, por los secretos obligados, por los silencios impuestos, por las familias rotas, por las vidas desgarradas, por los sueños desbaratados, por las libertades perdidas... Hay que recordar porque se lo debemos a nuestros vencidos. Hay que recordar porque un pueblo sin memoria es un pueblo sin historia, sin identidad y sin futuro

En defensa del laicismo. Sobre Iglesia y democracia en España

La agonía de Franco anuncia la inminente Transición, y en ella encontramos una Iglesia de la apertura y la reconciliación (la de monseñor Vicente Enrique y Tarancón) y una Iglesia que sigue anclada en la Cruzada (monseñor Marcelo González, monseñor Guerra Campos,...), que en ocasiones entran en abierto conflicto (“Tarancón al paredón”, solían vociferar los más energúmenos).
Muchos cristianos de base se integran en organizaciones progresistas (PCE, PSOE, CCOO, PT, ORT,...) y muchas parroquias se convierten en focos de incesante agitación obrera y democrática. Siendo imposible oponerse a la marea, la Iglesia decide nadar con ella y, de manera sincera en algunos casos y oportunista en bastantes otros, la jerarquía va dejando a un lado su histórica fidelidad al Régimen.
Y así consigue, de nuevo, posiciones de privilegio en la Constitución de 1978. En 1979 se establece el nuevo Concordato, ambiguo, confuso, inconstitucional, de nuevo beneficioso para la Iglesia y una pesada rémora para el Estado en asuntos como la enseñanza de la religión, los símbolos religiosos, la financiación de la Iglesia... Así fue que España pasó de ser una dictadura bendecida por los obispos a ser una democracia tutelada y restringida por ellos.

Desde entonces, la Iglesia no ha dejado de ser un pesado lastre para nuestro progreso social y la extensión de nuestros derechos de ciudadanía. Incluso ahora, con un nivel inédito de desafección social en nuestra historia (cada vez menos bodas y entierros religiosos, cada vez menos fieles en las iglesias, cada vez menos vocaciones en los seminarios...), sigue la Iglesia batallando por mantener sus prebendas y sabotear cualquier proyecto legislativo que ahonde en la aconfesionalidad del Estado y la autonomía intelectual y moral de los ciudadanos.

El último ejemplo de esta constante injerencia en los asuntos civiles han sido las improcedentes, inoportunas y mendaces declaraciones del papa Benedicto XVI, durante su reciente visita a Santiago y Barcelona, sobre el supuesto “laicismo galopante” en España, similar según Ratzinger al de nuestra II República... ¡Más quisiéramos algunos! Inexplicablemente, la Iglesia ha vuelto a disponer en esta ocasión de cuantiosas ayudas económicas de las instituciones públicas (o sea, del dinero de todos nosotros) para subvencionar su labor pastoral y, de paso, leernos el catecismo a los ateos, agnósticos y cristianos progresistas españoles por nuestros pecados, mientras su jerarquía sigue instalada en sus riquezas, alejada de la humildad del Evangelio, sin pedir perdón ni mostrar arrepentimiento o autocrítica alguna por sus barbaridades históricas y sus terribles atentados contra la libertad. Y para mayor escarnio, el rey Juan Carlos agradece la vista papal y la considera “un acto de generosidad”, ¡manda trillos la cosa! ¿Generosidad para con quien? ¿Para con los parados? ¿Para con los pensionistas? ¿Para con los dependientes? ¿Para con los inmigrantes? ¡Ya está bien!

Hace 35 años que este país se libró del dictador genocida que tiñó de opresión y dolor la vida de varias generaciones de españoles. Nuestra democracia está más que madura para dejar atrás tabúes, cortapisas y chantajes. Ya va siendo hora de consumar una efectiva separación Iglesia-Estado que nos libere de la tutela teocrática que ha ensombrecido la historia de España desde hace ya demasiado tiempo. Hacen falta ya la denuncia del Concordato y una Ley de Libertad Religiosa respetuosa de las creencias de todos, pero severa en su defensa de un Estado plena y consecuentemente aconfesional. ¿Tendremos que esperar aún mucho más para ver cumplidas estas legítimas y mesuradas aspiraciones cívicas?