sábado, 29 de enero de 2011

Republicanismo y Federalismo 2ª parte


El federalismo entró en el imaginario colectivo con Francisco Pi y Margall, con la I República Española de 1873 y su intento de conciliar en un mismo modelo de Estado los conceptos de democracia, federalismo y descentralización.

La II República aprobó los estatutos  federalistas de Cataluña y Euskadi. El golpe de Estado de 1936 y la guerra impidieron debatir el de Galicia y otras iniciativas federalistas iniciadas en Valencia, Aragón, Castilla, Baleares y Andalucía.

Todo lo anterior apunta a que si la II República hubiese sobrevivido, muy probablemente el sistema de regiones del federalismo se hubiese generalizado.

Los valores y las propuestas iniciadas durante la II República tienen que ver con las preocupaciones culturales y políticas de los españoles de hoy. No se puede hablar de continuidad, pero aquella experiencia es para la democracia actual es un referente,  de corta duración que sucumbió ante la fuerza de intereses y de organizaciones antidemocráticas.

Defender la memoria -viva en tantas generaciones- de los valores republicanos nos lleva también a rechazar con firmeza las diversas maniobras que pretenden denigrar la realidad de lo que fue la II República Española. Porque la II República marcó un paso decisivo en la consideración de los españoles como ciudadanos de una democracia, y además, al asociar cambio político y reformas sociales distributivas, se situó en el espacio de la modernidad desde el cual emerge la noción de ciudadanía social.

De este modo, el republicanismo cívico, con gran tradición política, enlaza con lo más innovador de nuestra sociedad, situando al ciudadano como centro de la acción política.

Este año se conmemora el 80 aniversario de la proclamación de la II República. Nuestra obligación moral es recordar la memoria histórica y reivindicar que aquellos valores siguen siendo plenamente vigentes hoy también. Han pasado 80 años, pero en el corazón de la ciudadanía todas las primaveras siguen siendo aquella primavera del año 1931. Hoy, el pensamiento republicano sale del ostracismo al que fue sometido durante mucho tiempo en España. Son muchas las gentes que se sienten republicanos y, significativamente, muchos jóvenes. La cultura republicana enlaza con lo más innovador de nuestra sociedad actual.

Y es que el pensamiento republicano, sus anhelos y valores no se agotaron ni con el franquismo ni con la transición. La construcción de una propuesta política republicana debe ir más allá del cambio en la Jefatura del Estado. Ha de ser una propuesta que desarrolle un marco común de valores, de derechos y de libertades con los que los republicanos nos sintamos identificados, un proyecto constitucional hacia la III República.

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