Con estas palabras se disculpaba el señor Juan Carlos saliendo de su
habitación del hospital. La prensa lo esperaba, pero no se esperaban
dichas palabras. A lo sumo una escueta información sobre su estado
físico y mental, y seguramente unas “largas” cordiales, o como mucho una
excusa barata sobre su viaje para defenderse.
Y va, y una vez más, Juan Carlos nos sorprende. Ciertamente es
inaudito que un monarca se disculpe (los precedentes más próximos, y no
tan explícitos, los encontramos en la reina Isabel II del Reino Unido, y
en Carlos XVI de Suecia). Pero la sorpresa a no es sólo la disculpa en
sí misma, sino que lo que me sorprende aún más a mí es que su majestad
pretenda que con estas sencillas palabras lo olvidaremos todo. Aun así,
se agradece oir por una vez en uno de nuestros personajes públicos una
disculpa, ya que el deporte preferido de nuestros políticos es culpar
siempre al contrario de todos sus males. El “demonio” es siempre Rajoy o
Zapatero, Aznar o González, el tripartito o los 23 años convergentes,
el PNV o Patxi López, Fraga o Touriño, y un largo etcétera.
Y pese a todo, no ha sido necesario que nuestro borbón busque excusas
baratas para defender su honor.
Ya han salido muchos monárquicos a la
calle a decir barbaridades del estilo de que “el rey tiene derecho a
tener vacaciones como cualquier hijo de vecino”, o incluso que “se las
merecía, ya que tuvo que anular sus vacaciones de semana santa para
viajar a Kuwait en asuntos de Estado”. Aun considerando que esto último
fuera verdad, sigue sin estar justificada esta historia. ¿Que tal vez
debemos agradecerle a alguien que haga el trabajo por el cual cobra?
Pero lo peor ha sido precisamente que esta extendida afirmación es
mentira. Su majestad visitó Kuwait por motivos puramente lúdicos.
Y aquí no acaba el circo. Cierto iluminado, del cual ahora no diré el
nombre, también ha tenido el valor de decir sin despeinarse que el
viaje de su majestad obedecía a intereses de Estado. El viaje, de
acuerdo con las fuentes de dicha persona, no había salido de las arcas
públicas, sino que había sido pagado por un adinerado de Siria, y el
objetivo de dicho viaje era debatir cieras inversiones de este adinerado
en obras del TALGO. No sé si este iluminado se ha dado cuenta de que,
de ser verdad, eso que dice tendría un nombre: PREVARICACIÓN. Y en
nuestro código penal, a menos que yo sepa, eso todavía se considera un
delito.
Y aunque fuese verdad eso, tampoco nos hubiera salido gratis el
viaje de su majestad. ¿Que nos hemos olvidado, tal vez, de los médicos,
cuerpos de seguridad, personal de palacio, y demás?
Y para que no acabe el festival del humor, en algunas entrevistas a
pie de calle hemos oído cómo mucha gente decía sin manías que el viaje
no les preocupaba porque había sido pagado por el rey, con su dinero.
Sin comentarios... Me pregunto de dónde se piensa esta gente que sale el
dinero que tiene su majestad. Y además, suponiendo que este dinero del
monarca no fuera de fuentes públicas, nos lo pondrían aún peor, ya que
entonces podría haber salido de algun tipo de “negocio” como los de
Iñaki Urdangarín...
... y este tema también ha salido a la luz. Ya ha habido alguna
filtración sobre una posible participación de Juan Carlos de Borbón en
los casos de corrupción que se le imputan a su yerno. Pero igualmente no
son noticias nuevas, ya que ya se había dicho al principio de esta gran
rueda de juicios charlotescos que, antes de que fuera citado a
declarar, el señor Urdangarín se había reunido con su cuñado Felipe y su
suegro. Y no haré afirmaciones a la ligera sobre este hecho, no vaya a
ser que ahora nuestro querido Estado Democrático y de Derecho (me entra
la risa tonta mientras lo escribo) decida que he faltado al “honor” de
su majestad, y me impute con una multa imposible de pagar.
Y me pregunto yo ahora: ¿qué ha de hacer la monarquía de este país
para que la retiremos? Otros jefes de Estado han sido obligados a
dimitir (o abdicar) por mucho menos. Y en caso de no haberlo hecho, su
popularidad se hundió. Pero bueno... ya sabemos que en el país en el que
estamos no dimite ni cristo, y quien en teoría debería abdicar ahora se
une a esta costumbre tan española.
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