Miles de personas, 18. 000 según los convocantes, muchas más que en
ninguna otra convocatoria – realizada a pulso, con el silencio total de
los medios de comunicación – convocada mediante miles de pegatinas
carteles y emails – han protagonizado la manifestación más combativa y
anti-monárquica...
Hace tiempo que los hechos reales: el paro, la precariedad, el
escándalo de los benficios de la banca y los grandes monopolios, la
subida de los precios, los recortes y las privatizaciones de los
servicos públicos, la percepción de que sólo pagamos impuestos lxs
asalariadxs, están llevando al pueblo a la percepción de que estamos
ante un inmenso atraco y que sólo nos queda la lucha como única
alternativa.
El Manifiesto de la Coordinadora Republicana de Madrid empezaba así:
“Este 14 de abril es muy especial. No sólo el olor del aire mezclado con
el del pueblo que llena las plazas, el que cada vez evoca con más
fuerza al de 1931. Ochenta y un años después, se acumulan
progresivamente las situaciones que recuerdan a las que engendraron la
explosión de pueblo en lucha que puso en fuga al Borbón de entonces y a
toda la familia real”.
El escándalo de la noticia de que el Rey - que dice que no duerme por
el paro - se rompa la cadera en Botswana, en una cacería de elefantes,
ha servido para mostrar el escarnio de una monarquía corrupta. La Casa
Real – que vive de nuestros impuestos - ha estado inmersa en de todos
los negocios sucios que han involucrado al Estado español en las guerras
de la OTAN y en la corrupción política de la que Undargarín es sólo la
punta del iceberg.
Hoy se gritaba con rabia inusitaba en Madrid: “los borbones a los
tiburones”, “nuestros recortes serán con gullotina”, Juan Carlos primero
de Franco es heredero” o las muy recientes de “Juan Carlos, mangante,
respeta al elefante”.
La conciencia de la realidad irrumpe. Cada vez más gente en la calle percibe que no hay otra salida que la lucha.
Tras cuarenta años de Dictadura y treinta y cinco de democracia
vigilada bajo la hegemonía de las mismas clases dominantes del fascismo
engrosadas por los nuevos ricos de las privatizaciones y de la
especulación, sobre los pilares de una monarquía heredera directa de
Franco, de una Iglesia alimentada hasta la saciedad por fondos públicos y
la soberanía arrastrada a los pies de la OTAN, estamos al borde del
abismo sin que sepamos reaccionar.
Es preciso que identifiquemos nuestros problemas.
La traición de la Transición fue posible sólo porque una izquierda
indecente entregó miles de historias de dignidad y resistencia a la
hoguera de su democracia coronada. Los Pactos de la Moncloa fueron el
principio de una larga adena de entregas y sobornos.
Pacto social a pacto social, las direcciones de CC.OO. y UGT fueron
dinamitando la herencia de lucha, de coherencia y de conciencia obrera
forjada por miles de militantes. La izquierda política se autoaniquiló
desde que empezó a abandonar el objetivo que justifica su existencia:
acabar con el capitalismo y construir el socialismo. En el Estado
español revolución implica emancipación de clase y liberación de las
nacionalidades oprimidas y la izquierda sometida abandonó en el mismo
acto, mil veces reeditado, la lucha por la revolución social y por el
derecho de autodeterminación.
Hoy PP, PSOE, y las derechas nacionalistas se aprestan a ejecutar el
programa máximo del capital monopolista definido por el FMI, el BCE y la
UE. A nadie con un mínimo de sentido común se le oculta que el
capitalismo en crisis planea su hipotética recuperación sobre la
devastación de los pocos derechos laborales, sociales y servicios
públicos que aún tenemos, y sobre la guerra de expolio de los pueblos
que no se someten al saqueo.
El escándalo de los miles de millones transferidos a la banca y a los
grandes monopolios, del fraude fiscal del capital, de la inmoral rebaja
permanente de impuestos a las rentas más altas, de la amnistía fiscal,
del descomunal gasto militar o la vergüenza de los millones de euros
regalados a la Iglesia y a la Casa Real son la expresión de un enorme
atraco a mano armada a la clase obrera y a los pueblos.
Ante esto la izquierda política y sindical, sometida y cómplice, sólo
es capaz de enarbolar el señuelo de la vuelta al “estado del
bienestar”, como si otro capitalismo fuera posible. Proponer una ilusión
semejante no es un error de cáculo. Al hacerlo cumplen el enésimo favor
a los poderes esablecidos: desviar a la clase obrera y a los pueblos de
sus objetivos de transformación social e intentar que todo permanezca
bien atado. Detrás del cebo envenenado del “estado del bienestar” está
el eterno retorno de un PSOE, “unica izquierda posible”.
Es tiempo de organizar, unir y actuar
Es hora de enterrar fantasmas que vampirizan la capacidad de rebeldía
y de lucha del pueblo con falsas ilusiones de reformas, de “vuelta al
estado del bienestar” y de “el mal menor”. El objetivo inmediato es
acumular fuerzas, tarea imposible si no hay un programa de ruptura con
el orden existente y un referente político que lo represente.
Al mismo tiempo es preciso emprender la reconstrucción del movimiento
obrero, de combate y asambleario, sobre la base de la clase obrera de
hoy inegrada por la juventud precaria, as y los parados, las mujeres,
las trabajadoras y trabajadores inmigrantes y por todo el tesoro de
experiencia y de voluntad de resistencia encarnado en los veteranos
luchadores y luchadoras. La búsqueda incansable de la unidad del
sindicalismo alternativo es la piedra angular del proceso.
Contamos para ello con la fuerza insobornable que nos da sentirnos
herederos y herederas de la memoria del heroísmo y la dignidad de las
generaciones que nos precedieron en la lucha. Precisamente para que no
conozcamos de dónde venimos pretenden sepultar su memoria con
vergonzosas Leyes y discursos que les equiparan a sus verdugos. Nosotras
y nosotros reivindicamos y hacemos nuestros, no sólo su memoria, sino
el derecho a ver realizados los proyectos históricos por los que dieron
su juventud y su vida.
La memoria de su lucha nos hace insobornables. Renace en la juventud
rebelde que se levanta, niega el futuro de opresión al que se les
condena y busca, golpe a golpe y verso a verso, la forma de reconstruir
el proyecto histórico de emancipación.
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